Innovar no es arreglar un modelo roto, sino cuestionarse lo obvio
1. Deja de enseñar
En lugar de preguntarte “¿qué voy a enseñar hoy?”, pregúntate: “¿qué vamos a aprender hoy?”.
El matiz tiene su importancia. No se trata de que dejes de transmitir conocimientos a tu alumnado, sino que esta transmisión tenga sentido dentro del contexto de su proceso de aprendizaje. Por supuesto, necesitan que les proveas de herramientas intelectuales y prácticas para obtener, seleccionar, organizar y producir información.
2. Desafía a tu alumnado
Cuanto menos pidas a tus alumnos y alumnas, menos te darán. Demasiadas veces, su falta de interés, el poco esfuerzo que despliegan o la escasa motivación mostrada está relacionada con un trabajo demasiado poco interesante, excesivamente alejado de su experiencia personal o tan trivial que no merece la pena. ¡Por supuesto que no les interesa!
Se hace necesario abordar temas que les provoquen un interés genuino, que afecten a su (nuestra) vida. ¿Por qué no investigar de qué estamos hablando cuando hablamos de “la crisis”, cómo les afecta a ellos y a sus familias o a sus vecinos, qué pueden hacer al respecto y tantas otras cosas?
3. Haz que tu aula sea el mundo
En relación con lo anterior, muchas veces reducimos el aula al contenido del libro de texto. Abrir el aula al mundo no es una expresión retórica: se trata partir de los hechos y acontecimientos de la vida real, para comprenderlos, integrarlos en nuestra experiencia, entender cómo nos afectan y poder tomar una postura o emprender una acción al respecto.
Tienes prensa, televisión, radio e Internet a mano, ¿a qué esperas?
4. Dale voz a tu alumnado
Literalmente: que hablen. De lo que han aprendido, de lo que están haciendo, de lo que viven, de lo que ven, de los temas que les interesen. Canaliza esta actividad expresiva y edúcala para hagan presentaciones breves, graben podcast, escriban blogs, creen revistas…
Este es el proceso que les ayuda a reestructurar y asimilar lo que han aprendido. Es uno de los pilares de esta propuesta.
5. Evita la “comida rápida”
Los restaurantes de comida rápida se caracterizan por la estandarización de todos los aspectos de su funcionamiento, incluyendo el trato al cliente y el tipo de productos que se le proporcionan. La estandarización reduce costes, hace que el negocio funcione de forma eficiente y que el lugar y la experiencia del cliente sea reconocible por éste. La comida de estos lugares puede ser sabrosa y fácil de comer (ver la propuesta 2), pero, ¿alimenta bien? ¿Nos deja satisfechos?
¿Es ese el tipo de eficiencia que quieres para la educación? Al igual que una buena comida, el aprendizaje requiere una cuidadosa selección de ingredientes, una elaboración adecuada con una buena dosis de cariño, una presentación apetitosa y el tiempo para degustarla en buena compañía, sin olvidar la conversación de sobremesa.
Estraído de http://www.proyectogrimm.net/5_ideas_clave_para_la_innovacion_educativa
(Fran Iglesias (author))
Muy de acuerdo con lo que escribís.
ResponderEliminarAprovecho para enviaros un proyecto que va en la linea, y creo que os puede interesar.
http://www.educacionprohibida.com.ar/Es/index.html
un saludo